Entre surcos de vinilo y vermú. Episodio 21: Emitt Rhodes y la letra pequeña del contrato

pop • feb. 26, 2022

Cuando en el año 1966 irrumpe el grupo angelino Merry-Go-Round llama la atención el joven Emitt Rhodes. El single Live se cuela en las listas de Billboard con un sonido inspirado en el pop beatlemano y en los arreglos de los Zombies o los Left Banke. Emitt Rhodes está cargo de la composición, sonido, arreglos y dotado de la habilidad de tocar varios instrumentos con apenas dieciséis años de edad. "El nuevo Paul McCartney". "Lo mejor que ha salido de Hawthorne desde Brian Wilson". Y con esos elogios empieza la cosa.

En la compañía A&M, Rhodes lo sigue intentando sin suerte con los Merry-Go-Round, pero sigue un par de años más componiendo y grabando canciones ya en solitario hasta que decide irse a Dunhill. En la nueva compañía todos parecen buena gente, de los que invitan a desayunar, los jefes no tienen despachos y te saludan cuando te ven entrar con un "Hombre, Emitt. Pasa, pasa que estás en tu casa". Le dan incluso un adelanto económico con el que se puede montar un estudio con un cuatro pistas. En él va grabando un disco como él quiere, tocando todos los instrumentos, añadiendo voces, arreglos y encargándose de la producción.

El resultado, el homónimo Emitt Rhodes, tiene el apoyo de la crítica y todo parece que va a acabar en triunfo. Meh, error. La antigua discográfica A&M decide publicar las grabaciones que tenía guardadas en una estantería casi al mismo tiempo y poniendo en circulación un segundo disco fastidiando la promoción del primero y confundiendo bastante a los que querían comprarse las canciones que escuchaban por la radio. En cualquier caso, ambos discos dan muestra del talento de Rhodes.

Y a todo esto, Dunhill ha dejado de ser simpática y se aferran a un contrato en el que le piden a Rhodes que tiene que finalizar seis discos en tres años. El segundo, Mirror, lo hace en 8 meses. El cuarto, Farewell to Paradise, lo hace en 14 desde el segundo.

Y ahí comienza la leyenda. Emitt Rhodes está quemadísimo y abandona el negocio, con denuncia incluida por parte de Dunhill. No se sabe nada de él, o apenas nada hasta el año 2009 en el que un fan italiano se propone encontrarle y grabarle para el documental One Man Beatles en el que se desvela la vida que ha llevado desde entonces un tipo de talento mayúsculo al que las discográficas nos arruinaron la posibilidad de disfrutar de él en plenitud durante más años.

Recordamos la historia al completo escuchando las siguientes canciones: