Episodio 87: ¡apaga ese ruido!

pop • dic. 07, 2023

Hoy, en un breve desvío de los finales de los 80 y principios de los 90, nuestro programa se sumerge en el noble arte de crear melodías a través del ruido y la distorsión: lo que algún avispado en un momento creativo atándose los cordones llamó Shoegaze. En particular, nos centramos en la circunvalación alrededor de My Bloody Valentine, explorando a un personaje que siempre nos ha parecido fascinante, como es Kevin Shields y su grupo.

Estamos en 1991, y My Bloody Valentine lanza Loveless después de un prolongado y arduo proceso que exploramos durante el programa. El álbum desconcierta a cualquier persona con la cabeza amueblada, pero sigue siendo apreciado tanto hoy como en su lanzamiento, desafiando a quienes no se aventuran a desentrañar las complejidades sonoras de guitarras distorsionadas y voces encajadas como piezas de un rompecabezas.

Durante la grabación del disco, a Kevin Shields se le describe como un perfeccionista obsesivo, que lleva a la banda y al sello Creation Records al borde de la crisis. El disco casi lleva a la quiebra a Creation (o eso se dice), costando alrededor de 250,000 libras y dejando a Shields sin pasta ni para pagarse el Metro.

La gira post-Loveless no sería mucho mejor. Casi una tortura, provocando denuncias por el dañino volumen de los conciertos. El legado de Kevin Shields incluye un pitido de oído y la lección de que hacer ruido bien lleva su proceso: tres años y miles de euros. Gracias, Kevin Shields.